INTRODUCCIÓN
“Todo es un tablero de ajedrez de días y de noches,
sobre el que juega el Destino con los hombres;
los adelanta y los retrasa, da jaques, y una y otra,
devuelve las piezas del cofre”.
sobre el que juega el Destino con los hombres;
los adelanta y los retrasa, da jaques, y una y otra,
devuelve las piezas del cofre”.
Omar Khayham, Rubayyat.
A través de este ensayo persigo
el propósito de indagar acerca de los ejes temáticos que subyacen en mi
escritura poética a través de los siete poemarios publicados entre 1993 y 2014.
Durante estos últimos años inicié esta travesía exploratoria, interactuando con
distintos autores cuyos libros nutrieron mi espíritu y me brindaron múltiples
saberes interdisciplinarios.
Como punto de partida, dialogando
con mi obra, me he preguntado por qué escribo y por qué escribo poesía. Escribo
para indagar en la condición humana cuyos misterios pueden ser develados a la
luz de la palabra mítica, mediante el lenguaje del símbolo.
La poesía es mi lenguaje
recóndito, mi ritmo interior, el sueño expresado con la palabra precisa, el
deseo transformado en la posible realidad del devenir. El poema se gesta desde
lo íntimo, a veces desde el inconsciente y se revela en la voz que recrea las
voces de muchos otros seres que amo y me han enseñado a tener una actitud
abierta para comprender los vaivenes del sentido de la vida.
La poesía trasunta una honda
verdad desde un lenguaje aparencial y a veces fantástico. La imagen evoca
nuestro sentir, nuestro pensar, nuestra cosmovisión, la postura que adoptamos
frente al mundo, a nuestra participación en nuestro contexto histórico. La
metáfora también podría funcionar como encubridora, ocultadora, como una
máscara que protege y ayuda a desocultar y a entretejer lo auténtico de
nosotros mismos. El poema es una instancia, ese tiempo fugaz que no podemos
apresar. El poema es el Ser, la esencia de la condición humana.
Intentando dar una respuesta, fui
descubriendo el embrión que impulsó la tarea escrituraria, puesta de manifiesto
por vez primera en los años de mi adolescencia: el sentimiento fantasmático del
abandono, del no-amor convertido en foco silencioso de violencia, el desprecio,
las humillaciones, el querer ser y el sentirme imposibilitada de ser, en el vil
espanto del poder y de los poderosos, que se me aparecían como figuras
inalcanzables.
En este recorrido se pueden
soslayar el asombro ante el mundo circundante, la observación de la naturaleza,
como matriz generadora de toda mi obra, la contemplación del mundo interior, la
reflexión acerca de las emociones y sentimientos que nos conducen a la
expresión lírica.
I. CONSAGRACIÓN
DE LA PRIMAVERA
La melodía del Vals Triste[1]
es un eco polifónico
en el aura de aquel tiempo.
Recuerdas, Rosalind,
en la danza
te entregabas
a la tierra hasta el fin.
Después del rapto a los
infiernos
celebraste el rito arcano
en la promesa.
Ante la eclosión del
círculo
misterioso
evocaste a tus
antepasados
donde hubo cortejos de los sabios
en el juego y el milagro.
Un ritmo disonante se
enarboló
a tu piel
quebrada
por el silencio.
Ahora,
Rosalind Schieferstein,
elevas el cáliz en la danza sagrada,
mientras renuevas el ciclo de la naturaleza
hacia la alabanza de Tu
nombre ungido.
II. LINAJE
A los árboles y a los pájaros de la tierra
riojana
Mi canto es un homenaje de la sangre a aquel herrero
nacido en los llanos
impenetrables
en una tierra sin mapas ni ciudades
Los pobladores con los pies descalzos
alabaron a Inti
y ofrendaron
a los
dioses
el maíz del Inca Viracocha
Allí, Rafael Pizarro, mi tatarabuelo, natural de La Rioja ,
hace más de dos siglos,
anduvo por Polco, Olta
y
por Tama
junto a los osos del madroño
grabados en el escudo
allí se unió al barro original
que vio nacer al Chacho
Peñaloza
Aquel fundador de mi linaje
-cuyo apellido llevo
burilado en el espejo
remedó al hornero
escuchó el coro de urracas
contempló al zorzal de enlutado plumaje
percibió la señal del halcón con ojos avizores
caminó entre lanceoladas cañas
por el sendero
serpenteante
rodeado de juncos y
nogales
Y en un remanso
donde ocres raíces
surgían de la tierra
celebró con los dioses vegetales
el ritual de las calandrias
Alrededor del fuego
bebieron la aloja fresca
añejada en un cántaro
entre valles y cardones
entre la música y el polen
comieron la mazamorra
al pie de la peña
inclinada hacia el río.
Yo sólo sé que estaré en el sendero que lleva a la eternidad.
Y allí mi espíritu se
transformará.
Sin culpa.
Sin pecado.
III.
MEMENTO MORI[2]
“Ser
inmortal es baladí;
menos el hombre, todas las criaturas lo son,
pues ignoran la muerte”.
menos el hombre, todas las criaturas lo son,
pues ignoran la muerte”.
Jorge Luis Borges
“El inmortal” en El Aleph
El primer grito es un grito de deseo
A veces la vida se deshilacha
Se rasgan los recuerdos perdidos en el tiempo
Qué fui antes de nacer
Qué seré después de la muerte
Acaso desear vivir en la eternidad del instante
Acaso podría imaginar mi
propia muerte
Acaso representarme “no siendo”
Solo sé que te daré ese día esta antorcha que me alumbra ahora
para que tú sigas siendo
IV.
TODO FINAL ENCIERRA UN NUEVO COMIENZO[3]
Desde la maraña del destino quiero dejar atrás el tiempo estancado.
Atravieso con cautela el camino de hielo.
Como el zorro, auscultaré el crujido de las aguas y elegiré los
puntos más seguros.
Tendré la prudencia necesaria para aguardar las fuerzas que me
señalen el sitio correcto.
He frenado las ruedas del carruaje antes de abordar la travesía
Miro alrededor, busco a los ayudantes de mi ventura.
Estoy alerta a los castigos de la tierra diabólica y a los poderes
del derrumbe.
En este noviembre de jacarandaes milagrosos,
brilla la luz.
Ha llegado el tiempo nuevo.
Después de la lluvia
el sol alumbra con redoblada belleza.
Después del incendio,
el bosque resurge de las cenizas con creciente frescor.
Un destello resplandece en este tiempo nuevo.
La miseria del tiempo ya pasó.
Todo final encierra un nuevo comienzo.
V.
HEXAGRAMA 61. CHING FU/ LA
VERDAD INTERIOR
En aquel lago transparente vi partículas invisibles perturbadas por
el viento.
Sobre la tierra húmeda
las huellas indecibles de las aves trazaban nuestro oráculo
Hallé un nido con huevos tornasolados.
En esos puntos, manchas, pude desentrañar el camino,
Entonces, emprendí la travesía de las aguas grandes.
A lo lejos, una grulla clamaba en la sombra.
El pichón oía su llamada desde
lo más oculto.
Percibí su voz inigualable.
En su danza, las plumas blancas se abrieron al amor eterno,
a lo inmortal.
En la inflexión de cada grito,
descubrí la verdad interior.
VI.
TU FIGURA BLANCA
Apareces en mis sueños,
Madre mía,
con tu figura blanca
incorpórea.
Guardas la luz y las semillas en tu caja de cristal.
Desde allí,
se asoma un reflejo verde que se esparce por la hierba.
La mirada queda detenida ante el dolor.
Desaparece el miedo de nuestro orden íntimo.
Entonces me alejo
camino por un jardín de amapolas
veo al fauno iluminado por los
caprichos del viento
y el rojo púrpura de sus
labios se agita.
El amor va fluctuando en las pasiones.
Lo efímero será desde
ahora
el tiempo de la eternidad.
ÍNDICE
Introducción
Primera
parte: Mundo sensorial
1. El espacio en mi escritura poética
2. El mundo vegetal
3. La alusión de piedras, perlas y corales
4. La presencia de los árboles
5. Elementos del reino animal
Segunda
parte: Mundo íntimo
1. El tema del silencio
2. El tema de la esperanza
3. El tema de la sangre
4. El tema de la escucha
5. El tema del dolor y del sufrimiento
6. La presencia de la muerte
7. La presencia de la palabra “Dios” en mi
escritura
Tercera
parte: Influjos e intertextualidades
1. El I Ching en mi poesía
2. Personajes de la mitología y alusiones
a lo oracular
3. La pintura, la música, la danza y la
arquitectura en mi poesía
4. Otros temas
Cuarta
parte: Libros testimoniales
1. La paz y los personajes de mis libros
2. Genealogía de mi escritura. Apostillas
sobre No sabré el final del tiempo
1) Preliminares
2) Cartografía textual
3) Niveles de conciencia
4) Palabras finales
Quinta
parte: Textografías
Obras
citadas
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