CONSTELACIÓN
Hay
un tiempo que destruye.
Hay
un tiempo de olvidos.
Hay
otro momento del tiempo.
Ése
que desgarra su trama.
Y en
el transcurrir nuevo
aparece
en otro mundo.
Ahora,
con
inciertos segundos,
tambalean
las tensiones
que
exigió lo imprevisible.
El
cuerpo oprime su reflejo
oculto
por el velo negro de Maya.
Y
henchido por el deseo
reverbera
a la zaga de olas rutilantes.
Esos
enigmas indescifrables.
A
dónde van?
Qué
hay que elegir?
Acaso
reservar lo indeciso.
Acaso
poder decirlo todo.
Acaso
no decir nada
sin
dejar intacta la palabra.
Andar
a la deriva.
Juntarse
y volverse a separar.
No
quedar inconcluso.
No
morir sin que tú lo sepas.
Hay
un espacio estelar en las palabras
vagando
a través de una vacuidad movediza.
Allí
cada estrella es un dios que nos protege.
Hay
una morada cósmica
en
donde juega el cuerpo con sus gritos.
Se
recluye tras los escollos de la perdición salvaje.
Despiadada,
la
tierra despliega los secretos del devenir.
Y la
vida así es un conjuro a los demonios.
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