Presentación del libro de poemas de CRISTINA PIZARRO
NO SABRÉ EL FINAL DEL TIEMPO
1.- Comedia sobre el final de los tiempos
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Misterio
de no saber, ni el inicio ni el final de los tiempos, la utilidad o inutilidad
del ser humano en su búsqueda del amor, a pesar del sueño de los dioses, pero
con la esperanza de los anacoretas (p27). Miré atrás: “una historia ardiente y
misteriosa” (p11).
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La certeza de estar en el sendero
de la eternidad, sendero para conocerse, y andando este “viaje del
héroe” (p9), a la manera del “peregrino” (p63), del “andariego que sigue
andando” (p65) el viaje de reconocimiento de sí misma, un fluir para crear y
compartir amor. Y la “imagen salvadora” y guía es la de Dios Supremo Creador
(p11).
2.- Peregrinación ritual hacia la eternidad
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Una cosmovisión con claves
religiosas, a partir de la “anunciación” (p20) que, en un escenario de
estrellas y constelaciones, un pájaro lanza con “su grito de amor”; “mensajero
celestial”, ante “la mirada de Dios” (p24). Se suman, entonces las referencias,
en imploraciones a la Virgen
(p21-22), el nacimiento del Salvador (p54), la Cruz (p23), el pan y el vino de la comunión (p24)
y, claro está, la aparición del pecado y el peligroso antagonismo entre cielo e
infierno (p28.30). Entre estas referencias, apunto también el valor del número
7 (p11), perfección de la semana de la creación, en los 7 libros de la autora
y, muy especialmente en éste, “estructurado en siete partes”.
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Las 7 partes del libro
presentan, casi todas ellas, situaciones y actitudes ante el misterio de la
vida, un tono si se quiere también religioso, o tal vez mejor sea
decir, espiritual; por eso las palabras elegidas para darles título:
contemplaciones, visiones, revelaciones, epifanía, términos con los que,
poéticamente, la autora se va respondiendo a la gran pregunta “¿quién soy?”
(p68).
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En este andar peregrino de la
vida, aparecen, como señales en el camino, indicaciones de diversas
espiritualidades que vienen del rico acervo cultural de oriente y occidente, a
veces “símbolos y alusiones mitológicas” que, aunque la autora afirme que
“surgieron de manera inconexa” (p11), sabe amalgamar con acierto, expresando
las transformaciones que vive, desde ese “primer grito de deseo” (p45) de la
mano de Afrodita que le hace confesar “ahora estoy viva” (p39), y sentir, al
mismo tiempo, como le muestra un hexagrama del I Chin, que “germina la vida”
(p43).
3.- ¿Quién soy? ¿Ya no soy?
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Señalamos la capacidad de la
autora para amalgamar en armonía, sin disonancias, imágenes, símbolos y
alusiones que aparecieron tal vez inconexas. Creo que esta armonización de la
pluralidad de la naturaleza y de la historia de la humanidad es una primera
característica que quisiera señalar como rasgo poético del libro.
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Y en la misma línea el trabajo
de presentar en contraste ese misterio de ser, por el que se cuestiona
constantemente. “Veo y no veo” (p69), horror, miedo, espanto, ante el
sufrimiento, la devastación de la guerra y la muerte, que contrastarán con la
esperanza de la meta en el camino de peregrinación; el “ayer”, con su tristeza
y soledad, y un “ahora”, cubierto “de flores en la tierra y de estrellas en el
cielo” (p69). “No sabré el final del tiempo”… “Yo sólo sé que estaré en el
sendero… que lleva a la eternidad” (p27), nos asegura en ese poema emblemático
con el que pone su título al libro, el nombre de su nueva criatura. Y así, de
la sombra a la luz, del miedo a la esperanza, de lo transitorio a la eternidad,
de no saber a saber; en definitiva, del infierno (p28) al cielo (p30) “a la
tierra prometida o al paraíso perdido” (p9).
4.- “Descubrí la verdad interior”
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Desde un principio, en el poema
Anunciación (p20), escuchamos con la
poeta ese “grito de amor” que un pájaro le lanza. Cerrando ya su libro, ante la
danza de una grulla que clamaba en la sombra, “en la inflexión de cada grito, /
descubrí la verdad interior” (p78).
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Era su propósito escrito en el
Prefacio (p12): “descubrirme a mí misma para compartir mi amor al prójimo con
los seres más cercanos”, y así vencer el mal. Pero dicho dentro del poema: “En
la fuente borbotea / el amor. /La vida ardiendo” (p82). Final que la aproxima a
la eternidad, y que hace decirles a sus compañeros de camino (p79): “Oh,
Peregrinos hacia el reino, / Alcanzad / la Palabra verdadera.” Palabra, poética y humana al
mismo tiempo, maravillosamente verdadera.
Wenceslao
Maldonado, 5 de
junio de 2014.
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