viernes, 13 de junio de 2014

WENCESLAO MALDONADO




Presentación del libro de poemas de CRISTINA PIZARRO
NO SABRÉ EL FINAL DEL TIEMPO

1.- Comedia sobre el final de los tiempos
·        Misterio de no saber, ni el inicio ni el final de los tiempos, la utilidad o inutilidad del ser humano en su búsqueda del amor, a pesar del sueño de los dioses, pero con la esperanza de los anacoretas (p27). Miré atrás: “una historia ardiente y misteriosa” (p11).
·        La certeza de estar en el sendero de la eternidad, sendero para conocerse, y andando este “viaje del héroe” (p9), a la manera del “peregrino” (p63), del “andariego que sigue andando” (p65) el viaje de reconocimiento de sí misma, un fluir para crear y compartir amor. Y la “imagen salvadora” y guía es la de Dios Supremo Creador (p11).

2.- Peregrinación ritual hacia la eternidad
·     Una cosmovisión con claves religiosas, a partir de la “anunciación” (p20) que, en un escenario de estrellas y constelaciones, un pájaro lanza con “su grito de amor”; “mensajero celestial”, ante “la mirada de Dios” (p24). Se suman, entonces las referencias, en imploraciones a la Virgen (p21-22), el nacimiento del Salvador (p54), la Cruz (p23), el pan y el vino de la comunión (p24) y, claro está, la aparición del pecado y el peligroso antagonismo entre cielo e infierno (p28.30). Entre estas referencias, apunto también el valor del número 7 (p11), perfección de la semana de la creación, en los 7 libros de la autora y, muy especialmente en éste, “estructurado en siete partes”.
·     Las 7 partes del libro presentan, casi todas ellas, situaciones y actitudes ante el misterio de la vida, un tono si se quiere también religioso, o tal vez mejor sea decir, espiritual; por eso las palabras elegidas para darles título: contemplaciones, visiones, revelaciones, epifanía, términos con los que, poéticamente, la autora se va respondiendo a la gran pregunta “¿quién soy?” (p68).
·     En este andar peregrino de la vida, aparecen, como señales en el camino, indicaciones de diversas espiritualidades que vienen del rico acervo cultural de oriente y occidente, a veces “símbolos y alusiones mitológicas” que, aunque la autora afirme que “surgieron de manera inconexa” (p11), sabe amalgamar con acierto, expresando las transformaciones que vive, desde ese “primer grito de deseo” (p45) de la mano de Afrodita que le hace confesar “ahora estoy viva” (p39), y sentir, al mismo tiempo, como le muestra un hexagrama del I Chin, que “germina la vida” (p43).

3.- ¿Quién soy? ¿Ya no soy?
·        Señalamos la capacidad de la autora para amalgamar en armonía, sin disonancias, imágenes, símbolos y alusiones que aparecieron tal vez inconexas. Creo que esta armonización de la pluralidad de la naturaleza y de la historia de la humanidad es una primera característica que quisiera señalar como rasgo poético del libro.
·        Y en la misma línea el trabajo de presentar en contraste ese misterio de ser, por el que se cuestiona constantemente. “Veo y no veo” (p69), horror, miedo, espanto, ante el sufrimiento, la devastación de la guerra y la muerte, que contrastarán con la esperanza de la meta en el camino de peregrinación; el “ayer”, con su tristeza y soledad, y un “ahora”, cubierto “de flores en la tierra y de estrellas en el cielo” (p69). “No sabré el final del tiempo”… “Yo sólo sé que estaré en el sendero… que lleva a la eternidad” (p27), nos asegura en ese poema emblemático con el que pone su título al libro, el nombre de su nueva criatura. Y así, de la sombra a la luz, del miedo a la esperanza, de lo transitorio a la eternidad, de no saber a saber; en definitiva, del infierno (p28) al cielo (p30) “a la tierra prometida o al paraíso perdido” (p9).

4.- “Descubrí la verdad interior”
·        Desde un principio, en el poema Anunciación (p20), escuchamos con la poeta ese “grito de amor” que un pájaro le lanza. Cerrando ya su libro, ante la danza de una grulla que clamaba en la sombra, “en la inflexión de cada grito, / descubrí la verdad interior” (p78).
·        Era su propósito escrito en el Prefacio (p12): “descubrirme a mí misma para compartir mi amor al prójimo con los seres más cercanos”, y así vencer el mal. Pero dicho dentro del poema: “En la fuente borbotea / el amor. /La vida ardiendo” (p82). Final que la aproxima a la eternidad, y que hace decirles a sus compañeros de camino (p79): “Oh, Peregrinos hacia el reino, / Alcanzad / la Palabra verdadera.” Palabra, poética y humana al mismo tiempo, maravillosamente verdadera.
Wenceslao Maldonado, 5 de junio de 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por dejar su comentario. A la brevedad lo podrás leer. Cristina.